Cuando uno está enamorado y los sentimientos son tan potentes, muchas veces esperar parece una tarea casi imposible. «Pero, ¿Cómo me piden esperar?», «¿nadie entiende lo que tú y yo sentimos?». La experiencia nos muestra las dos caras de la moneda, matrimonios felices, duraderos y matrimonios rotos. ¿En qué lado queremos estar?
Estar enamorado es increíble, el mundo parece perfecto, todo es completo júbilo, pero todo esto no es lo suficientemente grande como para casarse. Es suficiente para empezar a conocer a alguien, para ver si detrás de todo el torbellino de sentimientos finalmente viene una calma duradera en donde podamos vislumbrar un horizonte claro y prometedor.
El matrimonio es algo hermoso. Difícil, como todo lo bueno y valioso en la vida, pero cuando es real y comprometido es absolutamente increíble. Es mucho más que un simple sentimiento del corazón. Es por eso que es mejor seguir el consejo, y en lugar de apurar las cosas, esperar. Tantos poemas, tantas historias de amor, tantas… ¿tragedias? Sí, tragedias. Porque a veces ese sentimiento termina quemándolo todo y dejando a su paso muertos y heridos (demos un vistazo a las estadísticas de divorcios y entenderemos un poco la figura).
En el amor conyugal, el matrimonio es una carrera de largo alcance: no importa quién llega primero sino quién mantiene el ritmo y la vida durante todo el trayecto. La convivencia, lo cotidiano, el descubrirse diferentes pero mirando hacia un el mismo lugar, el construir una vida juntos, el armar una historia que es co-biográfica, el seguir siendo tú y yo, pero a la vez ser también un nosotros, no sucede de la noche a la mañana.
Es mejor no correr y estrellarse con un beso lleno de sensaciones indescriptibles para luego darse un golpe con la realidad. Mirar la idea de un amor dibujado en corazones de color rosa es lindo, pero nunca suficiente para construir algo tan grandioso como es el matrimonio.
By.: Deyvis Roland´s 😊
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